En el Acto Segundo vemos
ya la consagración del maquiavélico plan tramado por Lady Macbeth acabando así
con la vida del rey Duncan. Macbeth no se encuentra muy seguro de sí mismo y no
cree que éste plan sea muy buena idea, pero entonces Lady Macbeth recurre a un
arma eficaz; duda de su honor, valentía y hombría, a lo que Macbeth responde
con la aprobación de la realización definitiva del crimen. Para esto la esposa
de Macbeth se sirve de veneno para adormecer a los criados del monarca, a quien
Macbeth, sagazmente, mancha de sangre para así poder culparles del homicidio. A
la mañana siguiente el horror corre como un reguero de pólvora por el castillo
al conocer la nefasta noticia. Cuando Macbeth llega a la escena del crimen y ve
a los siervos manchados de sangre, decide, como señor y dueño del lugar,
matarlos en el acto. Los herederos, Malcom y Donalbain al comprender el peligro
que en Escocia corrían, deciden huir a Inglaterra.
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